4 de febrero de 2012

Angustiado e irascible


Indiscutiblemente las cosas van mejor que antes. O por lo menos es lo que parece. O por lo menos es como debe pensarse de mí exteriormente. Pero mis emociones no sienten lo mismo.

No sé realmente el porqué, pero siento algo agarrado a mi pecho que hace que me sienta incómodo haga lo que haga. Como una presión en el diafragma leve, pero constante que hace que sienta una tristeza incomprensible. Y cuanto más pretendo eliminar esta sensación, más evidente resulta.

Económicamente la situación es complicada. Muy complicada. El paro se dispara y el descontento aumenta. En cambio, yo, encuentro trabajo. Un puesto que, aunque personalmente está mal remunerado, está hecho a mi medida. Con ciertas responsabilidades, teniendo que tomar decisiones, tratando directamente con el cliente, ofreciendo soluciones y con bastante falta de rutina. Espero que la suficiente… Por el momento, una semana después de comenzar, no está siendo todo lo divertido que se suponía, pero comprendo que es el comienzo y es hora de aprender algo completamente nuevo. Ya que se trata de un lugar en donde no me han contratado para aportar experiencia, sino para ofrecer una nueva perspectiva a los problemas de la empresa, debido a mis cualidades creativas y organizativas, y ser capaz de crecer a su medida. En definitiva, lo que estaba buscando.

Pero no acabo de comprender por qué mi nivel de nerviosismo ha subido. Es esa sensación como cuando vas con el tiempo justo a la estación y te encuentras con alguien que no ves desde hace mucho tiempo y te ves envuelto en una conversación acelerada, intentando no ser descortés y tratando de zanjar lo antes posible el tema, para no perder el tren. Esa sensación constantemente. 

Ha llegado el punto, incluso, en el que comentarios que no solían molestarme, ahora me sacan de quicio. Me incomoda estar a veces con gente. Y aunque sé que no han hecho nada perjudicial para mí, me siento irascible hacia todos. Comportándome de manera más intolerante con quien más confianza tengo. No me gusta.

Me gustaría saber la causa que me provoca estar así, aunque no sé si saberlo arreglaría las cosas. Pero sin duda me tranquilizaría un poco, o por lo menos me ayudaría a tomar según que decisiones. Como el qué hacer con la chica con la que estoy ahora… Pero esto ya para otro momento.

12 de enero de 2012

Deshaciendo un nudo

Hacía meses que no quedaba con una de mis mejores amigas de la infancia, Olga. Quiero decir a solas. Y cuando digo meses, quiero decir años. Cuando éramos jóvenes hablábamos a menudo, nos contábamos nuestros problemas. Principalmente los amorosos. Aunque la idea que recuerdo es la de ella contándome los suyos y yo escuchando, supongo porque por aquel entonces no tenía demasiado que contar: ella es 3 años mayor que yo y a mis 16 (creo que era mi edad... el paso de una década nubla la memoria) no había experimentado muchas cosas en el amor. Me gustaba mucho estar con ella. Me gustaba ir a su casa. Y aunque el primer motivo de pasar horas hablando con ella fuera ella misma, estaba su hermana.

Desde pequeño, desde que nos conocimos cerca de los 7 años estuve enamorado de ella. Y me gustaba ir a su casa también por si por alguna casualidad me encontraba con la hermana pequeña. Lo intenté de todas las formas posibles, pero nada. Totalmente inaccesible para mí. Ella buscaba otro tipo de chico.

La cuestión es que llevaba tiempo queriendo hablar con alguien. Alguien que me conociera y a quien poder contarle mis inquietudes, explicarle como me siento sin tapujos. Alguien que no fuera la psicóloga con la que ahora ya llevo 2 sesiones. Alguien que me ofrezca la atención necesaria y que a la vez me interese lo que pueda pensar de mí. Alguien a quien pudiera contarle, entre otras muchas cosas, lo mucho que me molestó lo que me dijo mi última ex-novia hace 3 días acerca de la chica con la que estoy viéndome últimamente. Y realmente disfruté de su compañía. Acordando, como es de costumbre en todas las historias que se cuentan de reencuentros en libros y películas, volver a rememorar estas citas. Espero que la próxima sea pronto...

No suelen afectarme las opiniones de los demás, pero mi ex es una chica a la que realmente aprecio y que me dijera que no le gustaba mi nueva "amiga", que le caía muy mal, me sentó muy mal. Tanto que alguna lágrima estuvo a punto de desprenderse de mis ojos al salir del restaurante donde estábamos comiendo. Nadie se imagina el nudo que contuve durante más de 2 minutos en el interior de mi estómago intentando reprimir cualquier expresión corporal hasta que conseguí llegar a la calle.

Hoy es su cumpleaños y me cuesta horrores felicitarla. Sé que no es nada grave lo que ha hecho, pero no me sale. Me cuesta mostrar afecto en momentos en los que mi corazón se niega. Y aunque mi cabeza diga que lo más políticamente correcto sea felicitar por facebook como hace cualquier persona que vive en esta época y pasar el momento, ni eso puedo. Me parecería falso. No me gustaría que nadie me felicitase a mí en las mismas circunstancias.

10 de enero de 2012

El inicio

No me encuentro bien, aunque acabo de encontrar unos minutos en los que mi cuerpo me deja sentarme delante del ordenador y crear rápidamente este blog en el que intentaré explicar cuales son mis sensaciones y emociones. El interés no es otro que el de intentar conocerme un poco mejor, ya que es escribiendo cuando consigo expresar lo que ocurre dentro de mí. Y ya de paso, ¿por qué no?, ofrecer mis más profundos pensamientos y experiencias psicológicas a quien puedan interesar o ayudar.

Me considero una persona normal, aunque no típica. El problema que me ha arrastrado a escribir estas líneas no es otro que mi desorden mental. No estoy enfermo, pero tampoco me encuentro bien. Tengo serias complicaciones con saber que es lo que pasa por mi mente. Me cuesta expresarlo. Y además, últimamente, mi cuerpo se encuentra descompuesto y flojo.

A partir de aquí comenzaré a explicar qué hago, qué soy y qué me preocupa...